domingo, 24 de febrero de 2013

Pues, sí.

Pues, sí. Quizá esta sea como la quincuagésima vez que digo que he vuelto (sólo es la segunda a decir verdad), pero bueno, creo que esta vez es definitivo. 

Para alguien que vive en un aburrido lapso masturbatorio, sin noción del tiempo ni el espacio como yo, escribir es un escape. Un escape de la realidad. Un escape de la sociedad. Y otro pretexto para ser un holgazán de mierda.

Sí, ya sé que sus vidas sin mí son una mierda sin sentido, pero no se preocupen, he vuelto a salvarlos de su insulsa rutina, cagarrutias de mosca.

Desde los anales de la historia vengo estando tras ustedes (lol, anales) y tras sus padres. Yo soy la deidad todopoderosa que los cuida desde arriba... bueno, desde un sucio cuarto con repulsivos aromas y telarañas por doquier, para ser más exactos. Pero no nos centremos en los pequeños detalles.


El Viejo ha vuelto.
Más brutal.
Más bestial.
Más hijo de puta.
Más viejo.
Y un poquito más inútil que antes.